Algo me queda claro en esta fase de los acontecimientos en Conga. La descentralización esta cuesta abajo.

¿Que cada vez los gobiernos regionales reciben más dinero por conceptos de canon? Quizá, pero de qué les sirve si no cuentan con los técnicos para diseñar y elaborar buenos proyectos, miremos sino el estado lamentable de las universidades del interior ¿entonces qué les queda? Contratar gente de Lima, osea tenemos una remosada centralización de técnicos e investigadores en Lima. En la globalización esta centralización del conocimiento es clave para no dejar que halla realmente un desarrollo local endógeno. Fatalmente el rubro de educación no es un rubro contemplable en los famosos Proyectos de Inversión Pública, para estos invertir es básicamente sembrar cemento.

También hay centralización en las decisiones de políticas claves para el desarrollo regional. Miremos Cajamarca, se invierte un fuerte cantidad de dinero (medio millón de soles) en un estudio técnico que sustente el Ordenamiento Territorial de la región. Se logra hacer el esfuerzo (con técnicos venidos de Lima en buena medida, vale decirlo), y cuando se busca reglamentar el estudio, nunca se hace. ¿Dinero perdido? ¿Por qué no se siguen las recomendaciones técnicas del estudio de OT que recomienda conservar la zona de actual emplazamiento del proyecto Conga?, ¿entonces para qué diantre se hacen los estudios? Ni siquiera se discuden y refutan alturadamente. Simplemente los ignoran. Ahora los jovencitos de Lima exigen desde sus blackberrys mano dura al gobierno contra los revoltosos, lease campesinos cajamarquinos, como si Cajamarca fuera un feudo de Lima.

Desde la llegada de los españoles (y posiblemente desde antes) el Perú ha vivido fragmentado, el arte de unir las diferencias ha tenido un éxito tremendo como en las zonas de producción que explica Meyer o el control vertical de Murra, un verdadero logro en el “reto del espacio andino” que destacaba Dollfus. Cuando juntamos diferencias y hacemos sinergias territoriales, el resultado es más que la suma de las partes. Pero aca vamos en sentido inverso, hay una centralidad cultural que se quiere imponer en todo el país. El ser limeño es “mejor”, no por lo que realmente es, sino por lo que representa, por lo que creemos en nuestro subconsciente, es casi identitario.

Los países desarrollados que enfrentan problemas como el Perú, por tener grandes extensiones territoriales, marcadas diferencias culturales-geográficas, o por otros factores, tienen políticas fuertes de descentralización para evitar ese “imperativismo centralista”. Aquí el debate va en retroceso, aletargado. La mirada de Lima hacia el interior tiene que cambiar pronto, y quizá la esperanza más cercana es la descentralización.