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Minería, territorio y medio ambiente

Publicado: 2011-11-19

Los conflictos ocasionados por la clara intención del gobierno de imponer actividades extractivas como la minería sobre territorios de comunidades campesinas, nativas o simplemente pueblos con cierta identidad territorial, que se oponen fuertemente a tal actividad es un asunto que está causando no pocos dolores de cabeza en los gobernantes, burócratas y académicos.

¿Qué motivos ocasionan los conflictos? Pienso que ya varios investigadores deben haberse adentrado al meollo del asunto, que las verdades comunes y juicios simplistas ya han sido desenmascarados. En palabras de Manuel Pulgar Vidal:

De lo que se trata es de eliminar los prejuicios y las frases de cliché que históricamente se han instalado en el imaginario colectivo. No a la minería porque destruye y es contaminante y sólo trae pobreza; las comunidades tradicionales viven en completa armonía con la naturaleza y su intervención no es destructiva; la minería moderna no contamina; las comunidades son lideradas por extremistas de izquierda que quieren agudizar las contradicciones; y otras de similar contenido (En Teniendo cintura para bailar a ritmo de Conga, disponible aquí: http://lamula.pe/2011/11/14/teniendo-cintura-para-bailar-a-ritmo-de-conga/sophimaniapulgarvidal)

Varias de estas “rocas” pueden ser cuestionadas e investigadas a profundidad a razón de entender su transfondo y comprender argumentos más acorde a la realidad. Para mí, desde la geografía, los geógrafos tenemos un arma innata poderosa para entender esos discursos de “si la minería contamina o no contamina” por ejemplo. Es nuestra bivalencia de comprender procesos y dinámicas físicas y sociales. Sucede que el discurso de “si contamina o no contamina” puede validarse de dos formas: desde un análisis del geosistema y ver qué posibles impactos ocasionaría la instalación de toda la infraestructura minera, usando otra poderosa herramienta nuestra: los mapas y las percepción remota; y el otro modo de validar el discurso es analizando el transfondo político-social del discurso; este discurso muchas veces suele estar asociado más que a problemas ambientales reales a problemas de territorio. Las poblaciones sientes que pierden territorialidad, al perder poder sobre el territorio con el que guardan cierta relación de identidad. La imagen muestra el paisaje de minería que domina en un radio de unos 10km el macizo completo del cerro Quilish. Si uno navega desde Google Earth hacia el NE, encontrará un paisaje probablemente similar a como era antes Yanacocha: Un paisaje de montaña con múltiples lagunas como esta [http://static.panoramio.com/photos/original/28405515.jpg], la laguna de San Nicolás.

Analizando el asunto así, resulta dramático el cambio del paisaje entre uno y otro entorno. Sin embargo los dividendos por la explotación del recurso asegurarían ingresos suficientes como para que la empresa concesionaria haga trabajos de recuperación de paisajes. Pero ¿Tenemos antecedentes de planes de recuperación de espacios degradados? Si es así no los he visto, en la práctica la minería anterior al año 90s-00s no había contemplado esto, ¿Qué tecnología usar? Uno de los recursos perdidos más difíciles de recuperar presumo que son los suelos ¿Cómo recuperar suelos de puna?, ¿Existen antecedentes? De esto nadie discute. ¿De qué minería moderna confiable estamos hablando si desconocemos la tecnología de recuperación de espacios degradados que usa? Y no tenemos experiencias previas.

Regresando al tema de los discursos y la territorialidad que está en juego, esta puede entenderse como un pedido legítimo de las poblaciones, sobretodo cuando el estado es visto como el otro: desconocido, indiferente y hay veces enemigo, que pretende apoderarse de recursos y expandir su territorialidad sobre “nuestras tierras”, en el sentido más territorial que jurídico del término. Las normas por supuesto no ayudan porque son muy abiertas a generar nuevos derechos de propiedad sobre otros preexistentes (aunque no reconocidos por el estado muchas veces), y dar el origen a conflictos.

Otro pecado grave es el discurso del estado sobre la planificación en el uso del territorio (las políticas de ordenación territorial, discutidas en oficina sin mapas), es un discurso sacado “con cucharita”, que debería ser plenamente conocido y visible en un mapa. ¿Dónde se planifican nuevos proyectos mineros?, ¿Dónde se va a explorar?, ¿Dónde se ha descartado que se exploten yacimientos mineros en los próximos 20 o 50 años?, ¿Dónde definitivamente no se puede hacer minería?, estos mapas ya están en la cabeza los inversionistas y del gobierno, pero no son de conocimiento de la mayoría. Pareciera que los inversionistas mineros son como “Indiana Jones” modernos, ya que van a cualquier lugar cual exploradores, ven si hay mineral digno de explotarse y si lo hay proceden a hacer el petitorio. ¿No sería un mejor canal que se les entregue un mapa de dónde puede hacer sus exploraciones? ¿Dónde se recomienda explorar por tener mejores yacimientos y no corresponder a áreas críticas? Este mapeo es urgente plasmarlo y tenerlo como hoja de ruta dentro del plan nacional. Si queremos que la minería sea la gran oportunidad no perdida, como lo han sido el caucho, el guano y otros; tenemos que tener un plan y no actuar tan improvisadamente.


Escrito por

José Manuel Mamani

Geógrafo. Cuando estoy en la ciudad pienso en el campo...


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G e o g r a p h o

El punto de vista de un joven geógrafo sobre temas diversos del acontecer nacional.